La nueva propuesta de la Comisión Europea prevé fusionar en una sola etiqueta la clasificación energética de las bombas de calor aire-aire (AAHP), también conocidas como lote 10, y los calefactores locales (LSH), también conocidos como lote 20, que funcionan con electricidad, gas, petróleo, carbón y bioenergía. El resultado será una clasificación en la que cada tipo de producto de calefacción (por ejemplo, las estufas de pellets) sólo ocupará una media de dos clases, frente a las siete clases de la etiqueta. Será prácticamente imposible para un consumidor europeo hacer una elección informada dentro del tipo de producto. Si el consumidor no puede tomar decisiones basadas en la eficiencia energética, los fabricantes dejarán de invertir en investigación y desarrollo de productos más eficientes y el efecto de la fusión será el contrario al que pretende el etiquetado energético.

Sobre la comparación de productos que no son intercambiables

Las LSH y las AAHP no suelen ser intercambiables por razones técnicas y económicas. Colocarlos bajo una escala conjunta de etiquetado energético confundiría a los consumidores, ya que se les podría hacer creer que las distintas tecnologías de calefacción son intercambiables. En realidad, ambos grupos de productos difieren en sus funcionalidades, tienen rangos de potencia calorífica, requisitos de instalación, puntos de distribución e instalación y costes muy diferentes.

Las AAHP y las LSH suelen trabajar juntas para conseguir los resultados deseados en los edificios. Esto es similar a la simbiosis en otros sectores: por ejemplo, los ordenadores portátiles y los teléfonos móviles son complementarios como dispositivos TIC utilizados para la comunicación, con diferentes aplicaciones y propósitos.

Sobre la influencia de la Comisión Europea en las decisiones que deben tomarse a nivel local

El mejor aparato para calentar un edificio depende del tipo de edificio, del clima, del precio de la energía y de la eficiencia. Al reducir la comparación entre productos diferentes e incomparables, basándose únicamente en la eficiencia eléctrica, se introduce el riesgo de distorsionar el mercado. Las etiquetas energéticas están pensadas para comparar productos de la misma clase, permitiendo al consumidor evaluar de forma significativa su eficiencia.

Sobre el peligro para la seguridad energética y los precios de la energía

La crisis energética actual es también una crisis de «energía asequible», que lleva a cada vez más europeos a la pobreza energética. Durante el duro invierno europeo, ha sido esencial para la salud y el bienestar humanos disponer de una calefacción adecuada, fiable y asequible, al tiempo que se garantizaba la seguridad del suministro. La leña y los pellets que se compran en Europa proceden generalmente del mercado interior y los fabricantes de equipos tienen casi todos su sede en la Unión Europea, exportando también a todo el mundo. Esto convierte al sector en una opción fiable para proporcionar calefacción renovable y accesible en las zonas rurales.

La fusión de productos incomparables conducirá a una dependencia excesiva de la AAHP, haciendo que los ciudadanos dependan más de la electricidad, generada en gran parte por combustibles fósiles, para su calefacción. Esto perjudicaría a un activo europeo estratégico en la combinación energética y a un sector clave para la independencia energética de la UE.

Dada la necesidad general de eficiencia energética y ecodiseño, creemos que las LSH no deberían estar sujetas a una escala combinada de etiquetado energético junto con las AAHP.

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